Hoy nos hemos puesto a realizar una actividad de creación, donde al alumno se le ha provisto de un material y un entorno natural y tienen que realizar un refugio.

Los materiales que les dimos fueron plásticos y cuerdas, por otra parte llevamos unas tijeras de podar y un mechero que sólo usábamos los profes: Ramón Ortega y Eugenio Martínez.

La salida fue puntual, desde la estación de Caniles, la ilusión por participar en la actividad era tremenda. Hicimos una pequeña ruta de 20 minutos hasta llegar al puente de hierro en Caniles, donde hay una explanado que los niños iban a estar observados en todo momento. Lo primero que les dijimos a los alumnos era que todo lo prohibido para sus madres hoy les estaba permitido. Ellos son muy fácilmente impresionables y gritaban de alegría. A la hora de la verdad, son alumnos responsables que ninguno nos puso en la tesitura de tener que regañar por hacer algo impropio o incívico.

Una vez en el sitio se les dividió por grupos donde íbamos a hacer la actividad se les dio unas escuetas instrucciones, más simples que el año anterior, además se les dio unos plásticos y cinta de carrocero y se les observó la importancia de elegir un buen emplazamiento. Ellos querían empezar cuanto antes y varios equipos eligieron muy mal emplazamiento por que el suelo estaba lleno de barro, o tenía un firme muy irregular, cuando se dieron cuenta cambiaron sus emplazamientos.

Todos los grupos utilizaron toda su inventiva para construir el mejor refugio posible. Todo ello aunque algunos de ellos se preocupaban de necesidades menos básicas. Uno de los grupos se inventó una ducha con una botella de agua. Otro grupo diseñó un puente, ya que había un pequeño riachuelo cerca de su refugio. Otro grupo recogió diferentes residuos para decorar su refugio.

Lo mejor es que usaron el entorno para diseñar un buen refugio, un grupo uso un árbol caído para poner su plástico por encima y así tenían el sitio asegurado, otro grupo se puso cerca del rio para tener agua, otro grupo apoyó su refugio a la pared para estar más reguardados.

Cuando terminaron el refugio, se les propuso hacer un fuego. Con todas las medidas de seguridad; piedras alrededor, un agujero en el suelo y siempre con la supervisión de un profesor, encendimos unas pequeñas fogatas.

También se les pidió hacer un puente sobre un pequeño riachuelo que pasa por allí.

Antes de salir recogimos todo lo que habíamos traído y un poco más de basura que había en ese entorno. Los alumnos volvieron con sus familias más contentos, pero también más sucios. La jornada fue inolvidable tanto para alumnos como para profes.